Un alimento procesado es aquel que ha sido modificado antes de estar disponible al consumidor, estos cambios pueden ser de una simple congelación hasta la adhesión de grasas, sal, azúcares, aditivos, etc.
Podemos distinguir a los alimentos procesados en 3 grupos:
Son aquellos alimentos procesados que se le añaden un tipo de sustancia natural como aceites, harinas, sal, azúcar, o que se sometieron a un proceso de conservación, entre ellos encontramos por ejemplo algunas conservas en lata de verduras o leguminosas, carnes saladas o ahumadas.
Son los que contienen mayoritariamente ingredientes industriales, prácticamente con poco aporte de alimentos naturales, este tipo de productos generalmente son más económicos y muy rentable para la industria alimentaria, con un aporte en grasas, azúcares y sal muy elevado; muy apetecibles para el consumidor, ejemplos sopas instantáneas, salsas, bollería, snacks, galletas, chocolates, preparaciones listas para calentar, refrescos, etc.
Es evidente que los productos naturales y mínimamente procesados pueden considerarse como parte de una alimentación saludable.
En el caso de los alimentos ultraprocesados podemos considerarlos nutricionalmente desequilibrados, con un alto contenido en grasas, azúcares y con un alto aporte calórico. El uso continuo de estos alimentos generan en la mayoría de los casos una dependencia (adicción), generalmente dada por la alta palatabilidad del producto. Además, la producción de este tipo de alimentos desplazan la producción local de productos frescos y contribuyen a la crisis climática por el exceso de transporte, almacenamiento y refrigeración.